Un pensamiento devocional

martes, 24 de mayo de 2011

n pensamiento devocional...

Los ancianos que gobiernan bien, sea tenidos por dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en predicar y enseñar.-1 Timoteo 5:15. Estudiemos-Salmo 119:105-112; 130-136
     En el colegio que tenemos como parte del ministerio de nuestra iglesia, le enseñamos a nuestros niños a agradecerle a Dios por sus libros, así como por los hombres y/o las mujeres que Dios usó para escribirlos. Les pedimos que pongan el libro en su pecho y le agradezcan a Dios por haber usado a esa persona para escribir un libro que les ayudará a conocerle más.
    Me parece que nosotros, la Iglesia de Jesucristo, tomamos muy ligeramente la Escritura; no nos damos cuenta de que lo que tomamos en nuestras manos es el producto de seis mil años de historia; de que decenas de hombres tuvieron que pagar altos precios para recibir esas revelaciones; de que cientos de hombres y mujeres tuvieron que dar su vida para protegerla y/o para traducirla al lenguaje de cada pueblo y nación; de que naciones sostuvieron sangrientas guerras por ella, etc.
    Nuestra cultura de micro honda nos hace pensar que la Biblia es un libro como los otros. Con tanta sencillez decimos: “Compré esta Biblia en tal tienda…”, como si fuera pan o galletas. Pero no es así: la Biblia es la Palabra de Dios, es Dios hablándonos a través de ella; diciéndonos cómo es Él, Su carácter y cómo somos nosotros; relatándonos sus planes para nuestras vidas y para las vidas de otros y de todas las naciones de la tierra. La Biblia es el Manual de vida escrito por nuestro Creador.
    ¿Quién puede saber lo que es mejor para nosotros sino aquel que nos creó? ¡Nadie! Sólo Dios conoce nuestro espíritu, sólo Dios puede enseñarnos el camino en el que debemos de caminar. La Biblia es el libro, la carta de amor que Él escribió para ilustrarnos acerca de todas las cosas. En ese libro, dejó escrito el ejemplo de hombres que decidieron obedecerle y fueron exitosos en todo lo que emprendieron; pero también dejó escrito el ejemplo de hombres y mujeres que decidieron desobedecerle y terminaron apacentando cerdos.
   Ciertamente la Biblia no es igual a ningún otro libro; porque es un libro sagrado. ¡Oh, pero no me mal entiendas! Yo no estoy diciendo que adores la Biblia. La Biblia no puede ser un objeto de adoración; porque estaríamos adorando a la criatura antes que al Creador- Romano 1:22-25. Solamente quiero decirte que seas agradecido por la Palabra de Dios, esa Palabra que es espíritu y vida, no papel y tinta. Solamente quiero que te acerques a la Palabra de Dios como si te acercaras al cirujano que va a abrir tu pecho para salvarte la vida, como si no hubieras comido en días y ese fuera el único pedazo de pan: con pasión.
    Pon la Biblia en tu pecho y agradécele a Dios el privilegio de tenerla, de poder leerla, y de por los hombres y las mujeres que estuvieron dispuestos a morir por ella.
Por: Griselle M. Trujillo   gtrujillo913@gmail.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario