Un pensamiento devocional

miércoles, 4 de mayo de 2011

Un pensamiento devocional...

“…entonces  ten cuidado, no sea que te olvides del Señor que te sacó de la tierra de Egipto, de la casa de servidumbre.”-Deuteronomio 6:12
    Si te preguntaran cuál es el momento más glorioso de tu vida, ¿cuál mencionarías?
    Supongo que la mayoría de nosotros mencionaríamos como glorioso, aquellos momentos cuando la gente reconoció algún mérito nuestro y/o fuimos homenajeados o festejados. Pero esa no fue la contestación que la cantante afroamericana, María Anderson dio cuando le hicieron una pregunta semejante.
      Los que la conocieron decían que a pesar de su fama, María permaneció humilde. Sus biógrafos dicen que en cierta ocasión un reportero la entrevistó, y le preguntó cuáles habían sido los momentos más grandes de su vida. Ella había tenido una vida plena y exitosa; era millonaria y muy reconocida en todo el mundo. Contestar esa pregunta no sería fácil… pues había tenido tantos momentos de gloria. ¿Cuál podría escoger?  
   Por ejemplo, ella  pudo haber dicho que su mejor momento fue aquella noche cuando el famoso director de la Orquesta Sinfónica, Arturo Toscanini, la presentó al público diciendo que “una voz como la que ella tenía era dada al mundo una vez cada cien años”. Pudo también haber escogido, el día en el 1955 cuando fue nombrada la primera cantante negra que era incluida en la compañía Metropolitana de Opera de Nueva York; o quizás pudo haber escogido el hecho de que en el 1956, su libro autobiográfico se declaro el “best seller  de ese año; o pudo haber dicho que el mejor momento de su vida fue aquel día en el 1958, cuando fue elegida delegada de los Estados Unidos a las Naciones Unidas. También pudo escoger aquel momento memorable cuando ofreció un concierto privado para el Presidente Roosevelt y al rey y la reina de Inglaterra; o cuando en el 1963 se le confirió la Medalla Presidencial a la Libertad; o aquel Domingo de Pascuas en el que ofreció un concierto frente al Monumento Lincoln, delante de una multitud de 75,000 personas, incluyendo los miembros del Gabinete Presidencial, los jueces de la Corte Suprema y del Congreso.
    Pero María Anderson no escogió ninguna de esos eventos, como el más importante de su vida. Por el contrario, María dijo que para ella el momento más importante de su vida fue cuando llegó  a su casa y le informó a su madre que había firmado un jugoso contrato con la Sinfónica; y que por lo tanto, ya no tendría que lavar más ropa de extraños para mantenerse. Esa mujer supo ser agradecida por aquello que en su vida fue realmente importante; el sacrificio que su madre había hecho para que ella llegara a ser lo que fue.
    En esta sociedad distinguida por la independencia y el egoísmo, no es muy común escuchar relatos como ese. Pero la Escritura nos manda a no olvidar nuestras raíces y a ser agradecidos. El profeta Isaías nos hace una advertencia muy prudente: Escuchadme, vosotros que seguís la justicia, los que buscáis al Señor. Mirad la roca de donde fuisteis tallados, y la cantera de donde fuisteis excavados.”– Isaías 51:1.
     A todos, a ti y a mí, así como a todos los personajes bíblicos, Dios nos ha sacado de alguna cantera, de algún lodo cenagoso, de alguna arena movediza, o de alguna porqueriza. Por ejemplo, Moisés fue un asesino; David, un adultero y asesino; Sansón era un carnal; Elías, un deprimido y cobarde, se metió en una cueva por miedo a una mujer; Pedro negó al maestro tres veces y hasta con maldiciones; Tomás, un incrédulo cínico; Rahab, una ramera y el rey Josafat, un hijo sin padre…
   Lo importante es entender que aunque Satanás no puede usar la cantera de donde Dios te sacó para acusarnos y abofetearnos, la verdad es que nunca debemos olvidar de dónde fuimos sacados, para que de esa forma podamos mantenernos doblados, humillados delante de Su Santidad. Por eso, hoy es un buen día para ordenarle a nuestra alma como el salmista: “Bendice, alma mía, al SEÑOR, y no olvides ninguno de sus beneficios.”- Salmo 103:2
Griselle M. Trujillo   gtrujillo913@gmail.com 

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