Un pensamiento devocional

lunes, 9 de mayo de 2011

Un pensamiento devocional...

Porque Yo le mostraré cuánto le es necesario padecer por mi Nombre…”- Hechos 9:16 -
    He logrado tantas cosas para el Reino, pero sé que todavía me faltan muchas otras por lograr.  Créanme, que la lucha ha sido ardua y constante. Créanme, que a veces pienso que no podré caminar más; que a veces quisiera que viniera el carro de fuego de Dios y me llevara al cielo como lo hizo con Elías… Pero, esos son solamente momentos depresivos que tengo que sobrepasar. Cada vez que quiero regresar a Emaús, porque mis ojos han sido cegados por la autocompasión, el dolor, la traición, el cansancio o la soledad…, el Resucitado me alcanza por el camino y lo escucho de nuevo decir:
-   ¿Qué conversaciones son esas que tienes?” – Lucas 24:13-35
    Y yo, tontamente, le digo como los caminantes: “¿Eres Tú el único en Camuy que no has sabido las cosas que han acontecido en estos días? ¿No te has dado cuenta que de aquel que me dio, y aquella que me pateó, y de la otra que me traicionó y del soldado que murió y de la deuda, y del dinero y de la pintura y de los niños y de aquello y de lo otro?
    Entonces Él, con su amor incomprensible y con su inmensa paciencia, abre las Escrituras y vuelve a mostrarme que era necesario que esas cosas sucedieran…; que como no soy del mundo, el mundo no me recibe ni me recibirá; que si a Él lo rechazaron a mí también me rechazarán; que se siembra con lágrimas, que se pare con dolores, que el Reino de los cielos se hace violencia y sólo los valientes lo conquistan…
     Entonces, mi corazón vuelve a latir con fuerza y vuelve a arder por la misión y el Reino y regreso a mi Jerusalén….
      Esos estados depresivos son muy comunes en todos nosotros. La Biblia dice que David era un hombre conforme al corazón de Dios- 1 S. 13:14. Fue el hombre que desde muy joven estaba matando osos, leones y gigantes con el poder de Dios en sus manos. Pero, en el Salmo 31:22, oímos a ese mismo hombre decir quejumbroso y apresurado:
- “Cortado soy de delante de tus ojos”.
     David estaba diciéndole a Dios: Ya no me quieres, me sacaste de tu presencia; dejaste que el enemigo me venciera....  
    Pero en el mismo Salmo, David dice que esas palabras fueron dichas en la premura, en el fragor de la lucha. Hay una razón para las temporadas pesadas y asfixiantes: la formación. Son tiempos en los que el Espíritu Santo nos está formando, preparando para pasar al otro nivel donde la gloria será mayor; pero también los diablos serán diferentes y harán más presión.
    Alguien dijo: Los soldados diestros no se forman en el campamento, se forman en la guerra. Los marinos diestros no se forman en la orilla, se entrenan y se forman en el embravecido mar. Los diamantes más costosos han tenido que dejarse cortar.
    A veces sentimos envidia por aquellos creyentes que llevan vidas suaves, sin dificultades mayores… Pero después de encontrarnos con el Resucitado por el camino de Emaús, nos damos cuenta de que su gloria no es igual a la gloria que cargan aquellos creyentes que han sido probados en todo. Aquellos que le han permitido a Dios formarles en el fragor de la lucha, tendrán como resultado una cosecha más grande, una gloria mayor. Mientras más grande es la gloria, más pesada es y más doblado tiene que caminar el que la carga.
 Spurgeon  dijo:  - “De cada aflicción Su gloria saltará, mientras más profundo sea mi sufrimiento, más alto cantaré
   Hoy es un buen día para adorar aun en medio de la más ardua y pesada lucha; sabiendo que esta leve tribulación es momentánea y que al terminar producirá en nosotros un eterno y más excelso peso de gloria – 2 Corintios 4:17.  
Griselle M. Trujillo   gtrujillo913@gmail.com

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