Un pensamiento devocional

martes, 5 de abril de 2011

Un pensamiento devocional...

La oración eficaz del justo puede lograr mucho.”- Santiago 5:16
    ¿Sabes orar? ¿Sabes hacer una oración de petición delante del Trono de Dios? Como dice Tommy Tenney, para acercarse al trono de Dios hay que seguir Su protocolo. Para nosotros, hombres y mujeres de este siglo XXI, un rey, su trono y el protocolo para acercarse a él es tema de otro planeta… Pero lo cierto es que nuestro deber es reconocer que Dios como el Rey, entender que está sentado en Su Trono y que no es “un pela gato” (como diría un boricua).  Por lo tanto, no podemos acercarnos a Él de forma irrespetuosa o descortés, aunque esa es la cultura de este tiempo.
   ¡Sí!, el Trono tiene un protocolo… El protocolo es el conjunto de reglas y ceremoniales que deben seguirse al acercarse a ciertas personalidades, como reyes o gobernantes.
   Como sabemos, a un rey no se le puede acercar cualquier persona. El rey tiene que extenderle el cetro, para que el ciudadano común pueda ir delante de su presencia. Nosotros sabemos que la única forma en la que podemos acercarnos al Trono del Padre es estando cubiertos con la sangre de Jesucristo, el Hijo. Ese es el boleto de entrada; esa sangre hace que el Padre nos extienda el cetro, indicando que podemos acercarnos a Él confiadamente- Hebreos 4:16. Vamos al trono del Padre a adorar y a orar.
      Pablo dice que debemos orar con todo tipo de oración…- Filipenses 4:6; 1 Timoteo 2:1. Todo tipo de oración incluye:  peticiones, oraciones, suplicas y acciones de gracia. Explicar la diferencia entre una y otra nos tomaría mucho tiempo. Pero hoy quiero que aprendamos del rey David a hacer una oración de petición eficaz – Salmo 41; Santiago 5:16.
    La oración de petición es definida como: Una solicitud formal dirigida a una autoridad superior”. Cuando presento una petición formal delante de una autoridad superior tengo que saber cómo escribirla, cómo presentarla y defenderla. Porque no será contestada si no está presentada de forma correcta, si no es esficaz.
    Veamos el ejemplo:
    En el Salmo 41, David hace una oración de petición al Señor porque necesitaba que Dios lo defendiera de sus enemigos y que lo sanara. En los versos 5 al 9 David nos dice que tiene poderosos enemigos, da a entender que está encamado por alguna enfermedad y que sus enemigos dicen que esa enfermedad ha sido producida por una influencia diabólica. Dice que los algunos enemigos lo maldicen, esperan que muera; y otros, haciéndose sus amigos, lo van a visitar para llevarles chismes a aquellos que desean su muerte.
    Yo no sé tú, pero cuando yo me encuentro en esos líos no hago más que llorar y gritar delante del Señor. Pero, cuando leemos la oración de petición de David nos damos cuenta de que, a diferencia de lo que nosotros haríamos,  David no comienza el Salmo enumerando las peticiones sino declarando lo que el Rey ha prometido.
     ¿Por qué? Porque David sabía el protocolo del Rey. Al llegar ante la presencia del Rey, tú no puedes hacer tu petición; tienes que fundamentar lo que vas a pedir, usando lo que el propio Rey dijo; Su Ley, Su Palabra. El principio es este: Para que una oración de petición sea contestada tiene que estar basada en una sola cosa: lo que el Rey ha dicho, la Ley del Rey, Su Palabra. 
     De forma muy sabia, David utiliza tres  versos del Salmo para recordarle a Dios sus promesas para aquel, que como él, se acuerda de los pobre.
Es como si David le dijera a Dios:  
- “YHVH, tú le prometiste a todo aquel que se preocupa por el pobre, que lo liberarías del día malo. Prometiste que lo guardarías del mal y le darías vida; que sería dichoso en la tierra. Señor, Tú prometiste que a esos, a los que se preocupan del pobre, no los entregarías a la voluntad de sus enemigos. Prometiste que lo sustentarías en el lecho de dolor y en su enfermedad mullirías su cama”.
    ¿Se dan cuenta que las dos peticiones que David iba a hacer estaban aseguradas por el Señor, en Su Palabra?  
    En esos tres versos David establece su derecho para reclamar su petición:
- “Tú prometiste todo eso al que se preocupa por el pobre. Yo, Señor me he preocupado por el pobre; por eso, con confianza me acerco a Ti a pedirte que; primeramente, trates conmigo: limpia mi alma (los pensamientos, las emociones, el conocimiento y la voluntad), porque lo que hay en ella me ha hecho pecar contra ti.”. David se tira al medio primero… Trata con su pecado primero… ¿Por qué? Porque David sabía que Dios no iba a escuchar o a contestar su oración si él estaba lleno de pecado – Salmo 10:17; 17:1; 34:17.
   Después de haber arreglado ese asuntito del pecado, de la desobediencia con el Rey; David comienza a hacer su petición formal, enumerando entonces al final del Salmo sus peticiones. Dice:
- “YHVH, con esa confianza vengo a ti a pedirte que me libres de ese que dice ser mi amigo, pero ha levantado su calcañar en contra mía; defiéndeme de esos que dicen que estoy enfermo porque estoy endemoniado, que hay algo diabólico en mí. Oh Señor, concédeme que mi enemigo no triunfe sobre mí.”. Y termina adorando a Dios y declarando seguridad en que esa oración ya ha sido contestada.
    Y su oración de petición fue contestada… Y la tuya y la mía  también lo serán si las fundamentamos sobre la Palabra de Dios y las presentamos en humildad sabiendo que nosotros también hemos fallado, y que nuestra alma también necesita sanidad. Después de presentarla, solo nos resta adorar y hacer declaraciones de fe que le aseguren al Padre que le creemos.
Por: Griselle M. Trujillo    gtrujillo913@gmail.com

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