Un pensamiento devocional

miércoles, 13 de abril de 2011

Un pensamiento devocional...

La muerte y la vida está en poder de la lengua, el que la ama comerá de sus frutos”- Proverbios 18:21
    Existe un dicho popular que dice que las palabras se las lleva el viento. Ese dicho es contrario a lo que establece la Escritura. Contrario al dicho, la Escritura establece que nuestras palabras tienen poder de matar o dar vida; por lo tanto, es muy importante que tengamos mucho cuidado cómo las usamos.
     Es nuestra responsabilidad como creyentes, ser muy responsables con nuestra lengua, sabiendo que con ella podemos matarnos o darnos vida.
     Aunque se nos hace muy difícil reconocerlo, la verdad es que por miedo, orgullo, mala costumbre o aprendizaje solemos utilizar nuestra boca como si fuera una metralleta disparando balas de alto calibre en los corazones de aquellos que decimos amar.
     Alguien me envió este escrito por la Internet (no tenía el nombre del autor), quiero compartirlo con ustedes. Dice así:
Puedes utilizar tus ideas como semillas o como balas. Puedes sembrarlas o dispararlas; plantarlas en sus corazones con respeto y responsabilidad o pegarle con ellas en la cara a la gente. Las ideas utilizadas como balas, mataran la inspiración y neutralizaran la motivación. Pero aquellas utilizadas como semillas, echaran raíces, crecerán y se volverán realidad en las vidas en donde las has plantado. El único riesgo de usarla como semillas, es que una vez crecen y se convierten en parte de aquellos en quienes fueron plantadas, es probable que nunca reconozcan el mérito del sembrador. Pues en muchas ocasiones se le da el primer lugar a aquel que no lo merece y al que lo merece no se le da ningún crédito. Pero si uno está dispuesto a prescindir de crédito… conseguirá una rica cosecha en el sitio, el lugar y el tiempo que Dios haya señalado para ti.”
    Se narra la historia de un anciano que estaba sembrando un árbol de mango con uno de sus nietos. El muchacho le preguntó:
-“Abuelo, ¿cuánto se tardará ese árbol en crecer y dar fruto?”     
- “Tardará unos 10 años en ser un árbol maduro y dar fruto”- le contestó el anciano mientras seguía sembrando el árbol.
- “¡Pero abuelo, con lo viejito que estás, ya no estarás con nosotros cuando el árbol dé frutos!”
El abuelo lo miró con cariño y le dijo:
 - “No siembro el árbol para mí, lo siembro para ti y para los que vengan después de ti”
   La famosa monja de Calcuta, Madre Teresa, dijo en cierta ocasión: “Cada vez que alguien se encuentra con nosotros debe convertirse en una mejor persona porque le hemos irradiado el amor de Dios a través de lo que hemos dicho o hecho.
     Yo decido usar todo el tiempo que Dios me regala hoy para sembrar en todos aquellos que Él ponga a mi paso, amor, paz, mansedumbre, benignidad, templanza, fe, conocimiento de Dios, de Su Reino y de Su Palabra. Hoy Dios me ha dado lengua de sabios, para que yo sepa sustentar con palabras al cansado… Isaías 50:4. Y tú, ¿qué harás con tus recursos hoy?; ¿los dispararás, los guardarás para que se pudran o los sembrarás en otros para que te den fruto abundante?
Por: Griselle M. Trujillo   gtrujillo913@gmail.com

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