Un pensamiento devocional

jueves, 7 de abril de 2011

Un pensamiento devocional...

El que cree en mí, como ha dicho la Escritura: ``De lo más profundo de su ser brotarán ríos de agua viva” - Juan 7:38; “Con gozo sacarás agua de los manantiales de la salvación.”- Isaías 12:3.;  Porque derramaré agua sobre la tierra sedienta, y torrentes sobre la tierra seca; derramaré mi Espíritu sobre tu posteridad, y mi bendición sobre tus descendientes.” – Isaías 44:3
    Todavía puedo cerrar mis ojos y ver las escenas de la famosa ola negra causada por el tsunami producido por el terremoto en Japón, el pasado 11 de marzo. Al llegar a la playa la ola del tsunami tenía unos 10 a 14 metros de altura; pero al correr por tierra perdió su altura, pero no su fuerza… Algunos han comparado el poder de esa ola del tsunami con el poder, la energía, la fuerza  que se generaría  al explotar millones de tonelada de dinamita. ¿Puedes imaginarte? ¿Has visto edificios, montañas, puentes destruidos por un poco de dinamita? ¡Imagínate la explosión producida por millones de toneladas de dinamita! 
    Con horror vimos como la ola negra se llevaba todo a su paso… los barcos, los automóviles,  casas y edificios enteros, camiones de arrastre, aviones, personas, animales… Todo lo que encontró a su paso lo arrastró con su fuerza… Veinte minutos después del maremoto, la ola negra llegó a la orilla y comenzó su camino de desastre por casi 15 Km o 9 millas, en algunas áreas que eran completamente planas.   Es increíble, que ese líquido sin el cual no podemos vivir más de tres días, tuviera también la capacidad de arrasar de esa forma toda la parte noreste de esa nación.
    ¿Puedes imaginarte? Lo que quiero acentuar es la fuerza y el poder de destrucción y cambio que tiene el agua. El agua es un elemento creado, que cubre tres cuartas partes de la superficie del planeta tierra. Contrario a lo que los evolucionistas puedan decir; la Palabra dice que Dios, con Su poder y pre ciencia, creó el agua; y que Dios, con Su poder le puso límite- Job 38:8-11. ¡Grande muy grande y poderoso es nuestro Dios!
    Además de ser la fuerza natural con más arrasador poder, el agua es el más poderoso disolvente o solvente natural que existe; ya que es el líquido que más substancias disuelve.
   A todo eso, podemos añadir la cualidad única que tiene el agua de poder cambiar de estado según la temperatura: de líquido a sólido o a gas… ¡Increíble, la inteligencia y el poder del Creador sobrepasan todo nuestro entendimiento…!
   Pero, esta madrugada al estar estudiando la Escritura me di cuenta de que el Señor, comparó el poder del Espíritu Santo dentro del creyente con ríos (plural)de agua viva (singular) que salen de su ser…- Juan 7:38. La Biblia se refiere más de trescientas veces al agua y otras ochenta veces a la lluvia.  La Biblia habla del agua de varias maneras diferentes, usándola como símbolo de destrucción, de limpieza, bendición, necesidad espiritual, poder y presencia de Dios.
¿Puedes imaginarte, muchos río impetuosos de Dios cargados de aguas limpias, salutíferas  y refrescantes saliendo por la boca, los ojos, por cada poro de los creyente en Jesucristo…?
   Eso fue lo que sucedió allá en el aposento alto, 10 días después de la ascensión de Jesucristo… -Hechos 2.  Ciento veinte hombres que habían obedecido al Resucitado, se habían reunido en un aposento alto a esperar que sus vidas se llenaran del poder del Espíritu Santo, “el poder” para ser sus testigos que el Señor les había prometido. Creyeron, y decidieron obedecer, y esperaron en oración y ayuno... Y de repente… vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso que llenó toda la casa donde estaban sentados… y se les aparecieron lenguas como de fuego que, repartiéndose, se posaron sobre cada uno de ellos.”…- Hechos 2:3-4. Y esos 120 creyentes trastornaron a Jerusalén, a Judea, a Samaria y hasta lo último de la tierra… -Hechos 1:8; 17:6.
    La palabra en griego, que usa en esa promesa de Jesús en Hechos 1:8, refiriéndose al poder del Espíritu Santo dentro del creyente, es  dunamis” - de la que sacamos nuestra palabra dinamita; Esa definición  nos da una buena perspectiva del poder que Dios quiere darnos para hacer su obra. Dios ha puesto dentro de cada creyentes un poder explosivo.
    ¿Para qué el creyente necesita ese dunamis, ese poder explosivo del Espíritu Santo? Para que ejerzan la autoridad delegada que les ha sido dado sobre las naciones y sobre los reinos, para arrancar y para derribar, para destruir y para derrocar el reino pervertido del enemigo; para que luego, edificar y plantar en Reino de Dios y Su justicia- Jeremías 1:10.
    Pensando en todo eso, me di cuenta de que nosotros, los creyentes de esta primera parte del siglo XXI, hemos usado la mayor parte de ese dunami de Dios para construir edificios, instituciones y estructuras eclesiásticas que “guardan y entretienen” a un billón y medio de creyentes… ¿Qué sucedería en el mundo si ese billón y medio de habitantes del planeta tierra que dice ser creyentes en Jesucristo, dejaran salir ese dunamis de Dios por sus bocas, por sus ojos, por cada poro de su ser sobre la tierra sedienta de sus familias, pueblos y naciones? No sé, me parece que no estaríamos en el lío en el que estamos…
   Bueno, yo decido hoy levantarme y permitirle que el dunamis, el río de Dios que, tabernaculiza en mí salga por mi boca, por mis ojos y por cada poro para que trastorne mi familia, mi pueblo, mi nación y las naciones de la tierra, con Su fuerza de limpieza, sanidad y restauración. ¿Y tú para qué usarás hoy el dunamis de Dios en ti? 
Por: Griselle M. Trujillo   gtrujillo913@gmail.com

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