“Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso; ¿quién lo conocerá?”-Jeremías 17:9.
El año pasado Ruben Blades, el famoso cantante secular, hizo varios conciertos en nuestra isla. Los anuncios de la televisión volvieron a hacer resonar en famoso estribillo de una de sus canciones: “Decisiones cada día…”. Bueno, Rubén Blades no es un teólogo, pero la verdad es que su canción está fundamentada sobre un principio de vida: “Cada decisión que tomemos tendrá una repercusión buena o mala en nuestro futuro, el futuro de nuestra familia y al fin y al cabo de nuestras naciones”. Minuto a minuto tomamos decisiones, de forma consciente o inconsciente, de forma mecánica o de forma estudiada y/o estructurada. Esas decisiones pueden hacer nuestra vida buena, libre, llena de colores y musicalidad, próspera, fructífera o pueden hacerla miserable, empobrecida, insípida u oscura. Nuestro Creador a puesto en nosotros libre albedrío, el derecho y la responsabilidad de escoger, de decidir lo que nuestra vida y la vida de nuestros descendientes será. Contrario a lo que el humanismo pueda enseñarnos, la verdad es que hay sólo dos caminos: el camino de la vida y el camino de la muerte – Deuteronomio 30:19-20.
Vivimos en un mundo caído… y para nosotros, los creyentes en Jesucristo, podemos sentirnos frustrados a la hora de tomar decisiones… Bueno, la verdad es que no debe ser así. Se supone que nosotros, los ciudadanos del Reino estemos seguros de cuál es la decisión correcta a tomar en cada minuto. Sencillo, toda decisión que tomemos debe ser filtrada por los siguientes principios:
· ¿Esta decisión está de acuerdo a los principios establecidos por la ley moral de Dios? – Esa ley moral la encontramos en la Escritura, desde Génesis hasta Apocalipsis.
· ¿Qué sentimiento o emoción o conocimiento me está moviendo a tomar esta decisión? ¿Será el amor, misericordia, justicia o el odio, rencor, celos, contienda, temor?
· ¿A quién beneficiara mi decisión? ¿A mí, a mi familia, al Reino de los cielos o al enemigo de las almas?
· Si Jesús estuviera en mi lugar, ¿qué haría?
Nunca olvidemos que Dios se deleita en que Sus hijos vayan a Él a buscar respuestas a sus interrogantes. Por lo tanto, cuando nos encontramos en encrucijadas, en caminos opuestos en nuestro horizonte, sentémonos un rato delante de Su presencia para que Su Palabra y Su espíritu nos ilumine el camino. El salmista lo dijo así: “Lámpara es a mis pies tu Palabra, y luz para mi camino.”- Salomo 119:105. El apóstol Pedro lo dijo así: “Y así tenemos la palabra profética más segura (la Palabra escrita), a la cual hacéis bien en prestar atención como a una lámpara que brilla en el lugar oscuro, hasta que el día despunte y el lucero de la mañana aparezca en vuestros corazones.”- 2 Pedro 1:19.
Tampoco debemos olvidar el hecho de que Dios es el Soberano de los cielos y de la tierra; eso quiere decir que Él gobierna, que Él está en control y no nosotros… Nuestra historia, nuestros tiempos están en sus manos – Salmo 31:15. Por eso, al orar o tomar decisiones debemos cuidarnos de no hacerlo basándonos en deseos y conocimientos almáticos, carnales o egoístas. Siempre debemos ir al Señor con las puertas y ventanas de nuestro entendimiento abiertas para permitirle que Él nos revele Sus propósitos e intenciones, Sus planes y trazos para nuestras vidas… Entonces, y sólo entonces podremos tomar decisiones que se conformen a ellas. Entonces y sólo entonces podremos escoger la vida y no la muerte.
Griselle M. Trujillo gtrujillo913@gmail.com
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