Un pensamiento devocional

jueves, 21 de abril de 2011

Un pensamiento devocional...

Aristóteles dijo: “Somos lo que hacemos repetidamente. La excelencia no es un acto sino un hábito”. 
   Un jovencito entro en una gasolinera y le pidió al administrador de la estación que le permitiera hacer una llamada telefónica local.
- “Claro”- le contestó el hombre. El muchacho marco un número con mucho entusiasmo. Cuando oyó la voz de persona que llamaba por el auricular, dijo:
-  ¡Oh Señor, solo quería preguntarle si usted podría darle trabajo a un joven honesto, puntual y muy trabajador”. Se quedo en silencio mientras la persona le contestaba; con una sonrisa en de oreja a oreja repitió lo que oyó:
- “¡Ah! Quiere decir que ya usted tiene un joven honesto, puntual y muy trabajador trabajando en su empresa. ¡Oh!, muy bien. De todas formas, gracias”. Sonriendo todavía, colgó el teléfono, y le dio las gracias al administrador de la gasolinera por haberle dejado usar el teléfono. Mientras se disponía a salir de lugar, el administrador lo detuvo por el brazo y le preguntó:
- “Muchacho, no pude evitar oír tu extraña conversación. Dime una cosa, ¿por qué te pusiste tan contento cuando esa persona que llamaste te contesto que ya tenía una persona en el puesto que tú estabas pidiendo?
- “¡Oh no!, señor, yo no estaba pidiendo ningún empleo. Yo soy el joven honesto, puntual y muy trabajador que ese hombre contrato. Solo quería saber lo que mi jefe pensaba de mí.”.
   La verdad que ese muchacho tenía mucha seguridad en sí mismo. Tenía que estar muy seguro de que estaba haciendo un buen trabajo, para arriesgarse a hacer esa llamada.
    La Biblia específica el tipo de trabajador que los hijos de Dios debemos ser y nos da el mejor ejemplo en Jesús, el Hijo Unigénito del Padre. Jesús vino a la tierra con un diseño, un trazo que había sido formulado en la eternidad: ser el postrer Adán, un Adán que obedeciera el diseño del Padre hasta la muerte; para que a través de esa vida santa y obediencia perfecta, redimiera para el Padre toda la creación vendida al pecado por la desobediencia y el pecado del primer Adán.
    Desde muy temprano en Su vida, Jesús supo cual era su trazo su diseño; y virilmente, decidió cumplirlo. A los doce años le contestó a sus familiares: ¿Por qué me buscabais? ¿Acaso no sabíais que me era necesario estar en la casa de mi Padre?”- Lucas 2:49. La Biblia nos manda a trabajar, establece que el trabajo es digno. Es más radical aun, dice que el que no trabaja no tiene derecho a comer – 2 Tesalonicenses 3:10. De hecho, Jesús declaró que ese diseño o trazo que el Padre había formulado en la eternidad era “su trabajo”. Él dijo: “Hasta ahora mi Padre trabaja y Yo también trabajo”- Juan 5:17.
   Desde el Edén, Dios estableció responsabilidades laborales para el hombre y la mujer que había creado. Como nuestra meta como creyente es ser semejante a Jesús; entonces es nuestro deber trabajar y hacerlo bien. Jesús buscaba todas las madrugadas el corazón, la dirección, el diseño del Padre para ese día; y luego, baja al valle a cumplirlo con excelencia. Hasta el último día de su vida, Jesús vivió para cumplir su diseño, su trazo con virilidad y responsabilidad… Fue obediente hasta la muerte y muerte de cruz- Filipenses 2:8; Romanos 5:19; Hebreos 5:8. Fue obediente hasta aquel día que voluntariamente extendió sus brazos en la cruz decidido a que se hiciera la voluntad de aquel que lo envió-Mateo 26:39; Juan 4:34; 5:30.
    Jesús cumplió su trazo y Su jefe hizo una evaluación pública de su ejecutoria: Este es mi Hijo amado en quien me he complacido. - Mateo 3:17.
  Y tú, ¿podrías darte el lujo de llamar a tu jefe y preguntarle si quiere contratar a un joven honesto, diligente y trabajador? ¿Qué crees que diría?
   Hoy es un buen día para arrepentirnos por toda vagancia, murmuración, queja, flojera en el trabajo que se nos ha dado… Y levantarnos a trabajar con pasión, responsabilidad y virilidad.
   Griselle M. Trujillo   gtrujillo913@gmail.com

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