Un pensamiento devocional

lunes, 18 de abril de 2011

Un pensamiento devocional...

Sepa, pues, con certeza toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.”- Hechos 2:36
    Ese texto de Hechos 2 es parte del sermón del apóstol Pedro durante el Pentecostés. En él, Pedro les recuerda a todos los judíos que se congregaron por el estruendo ocurrido al ser derramado en ellos el Espíritu Santo, que ellos habían crucificado a Jesús. Esa acusación es muy interesante, porque la mayoría de la gente que oyó a Pedro en aquel primer sermón, no eran ciudadanos de Jerusalén, sino peregrinos que habían venido a celebrar aquella fiesta. Lucas, el autor de la epístola, dice en su relato que eran partos, medos y elamitas, habitantes de Mesopotamia, de Judea y de Capadocia, del Ponto y de Asia, de Frigia y de Panfilia, de Egipto y de las regiones de Libia alrededor de Cirene, viajeros de Roma, tanto judíos como prosélitos; que habían venido a Jerusalén para la celebración de la fiesta del Pentecostés, la cual se celebraba 50 días después de la PascuaHechos 2:9-10. Eso quiere decir que ellos no estuvieron involucrados directamente con el juicio y/o crucifixión del Señor, pues no se encontraban en Jerusalén para la Pascua. Pero el Espíritu Santo a través de Pedro, les dice que ellos crucificaron a Jesús. 
    Ese fue el mismo pensamiento que tuvo de sí mismo Rembrandt, se identificó a sí mismo como uno de los que crucificaron a Cristo. ¿Sabes quién fue Rembrandt Harmenszoon van Rijn? Rembrandt fue un famoso pintor holandés del siglo XVII (1606-1669), uno de los mayores maestros de la pintura y el grabado barroco. Dentro de las obras maestras de Rembrandt se encuentran los siete óleos, que pintó por encargo, acerca de la crucifixión de Jesucristo. A una de ellas la tituló: “Levantando la cruz” (1633).  Es una pintura en óleo sobre tabla, donde utiliza con mucha maestría su afamada técnica del claro-oscuro, el uso del detalle y la ostentosidad. En ella ilustra los momentos en los que el Cristo crucificado es levantado en alto. En el cuadro podemos ver cuatro figuras iluminadas y muchas otras en sombras detrás y a los lados de la cruz. Las cuatro figuras iluminadas son: Jesucristo- obviamente el centro del cuadro – crucificado, yaciendo en la cruz mientras ésta era levantada por un soldado romano; el cual está de espaldas; implicando, quizás que pudo haber sido cualquier soldado romano que cumplía una encomienda de sus superiores. Al lado izquierdo de la cruz que se levanta, se encuentra un sacerdote judío subido en lo alto – aprobando,  provocando y celebrando aquella injusticia. Pero debajo de la cruz, ayudando a subirla, se encuentra otro personaje iluminado. Es un hombre joven cuya vestimenta no es ni judía ni romana, mucho menos del año 30 después de Cristo. Su rostro es muy visible y  familiar, es el rostro del propio Rembrandt. Con mucha astucia Rembrandt, se pintó a sí mismo en la escena de la crucifixión; quizás mientras pintaba ese cuadro, Rembrandt reconoció que él también por sus múltiples pecados, a través de su vida licenciosa había crucificado al Mesías…
   Me parece que Rembrandt tuvo más revelación de la que muchos de nosotros tenemos. Nosotros vemos la escena de la crucifixión de forma indiferente… Decimos:
- “Pobre Jesús, los judíos, los romanos lo crucificaron”. 
    Pero, unos 750 años antes de Cristo, el profeta Isaías había clarificado el asunto  al decir: “Pero Él fue traspasado por nuestras transgresiones, molido por nuestros pecados. El precio de nuestra paz, cayó sobre Él y por Su herida fuimos sanados”- Isaías 53:5.
    Sí, ciertamente todos nosotros podemos identificarnos con los personajes bíblicos cercanos a la cruz…
Griselle M. Trujillo   gtrujillo913@gmail.com

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