Un pensamiento devocional

martes, 19 de abril de 2011

Un pensamiento devocional...

Porque en el caso de , los que… después cayeron, es imposible renovarlos otra vez para arrepentimiento, puesto que de nuevo crucifican para sí mismos al Hijo de Dios y Lo exponen a la ignominia pública.”- Hebreos 6:6 
     Setecientos cincuenta años antes de Cristo, el profeta Isaías profetizó que Él sería traspasado por nuestras transgresiones, molido por nuestros pecados. Que el precio de nuestra paz, caería sobre Él y que Su herida todos seríamos sanados.  El apóstol Pedro acusó a todos los peregrinos a Jerusalén en Pentecostés de haber crucificado al Cristo, aunque ellos no habían estado en Jerusalén en la Pascua. El afamado pintor barroco holandés, Rembrandt se pintó a sí mismo ayudando al soldado romano que subía la cruz… Ciertamente, todos nosotros, tu y yo, estamos representados entre todos los personajes bíblicos alrededor del crucificado…
   ¿Quiénes estaban alrededor del crucificado? ¿Con cuál de ellos puedo identificarme?
·       Allí estaban los principales sacerdotes judíos, los escribas y los ancianos, los religiosos que tenían sus propias interpretaciones de las Escrituras y las aplicaban a su antojo… Los cuales burlándose decían: “A otros salvó; a sí mismo no puede salvarse… -Mateo 27:40-42.
·       Allí estaban los soldados romanos – Aquellos que vistieron de purpura, y entretejieron una corona de espinas y se burlaban de Él diciendo; aquellos que echaron suertes sobre sus vestidos; aquellos que pusieron el letrero sobre la cruz que decía: “El rey de los judíos”, no de ellos…– Marcos 15:24, 26
·       Allí estaba la turba, el populacho que había ido a ver el espectáculo y movidos por la histeria colectiva; los cuales gritaron: “¡Crucifícale! ¡Crucifícale!”… Habían dado sentencia de muerte a Aquel que les había alimentado, que había resucitado a sus hijos, sanado sus leprosos, ciegos, cojos, paralíticos, encorvados y endemoniados. Esos le injuriaban diciendo: “Tú que destruyes el templo y en tres días lo reedificas, sálvate a ti mismo, si eres el Hijo de Dios, y desciende de la cruz.”- Mateo 27:40. Pero otros, después de haber presenciado el espectáculo, acuciados por sus conciencias volvieron a sus casas golpeándose el pecho Mateo 27:48-49; Lucas 23:49.
·       Allí también estaba Simón de Cirene, el padre de Alejandro, aquel a quien obligaron a cargar la cruz del Maestro, sin saber, sin entender lo que sucedía cargo aquella cruz y aquella preciosa y santa sangre cayó sobre sus espaldas… - Marcos 15:21
·       Allí estaban las Marías y las otras mujeres, mirando de lejos, crispadas de dolor por lo que veían y oían… - Eran las mujeres que habían sostenido el ministerio del Maestro con sus riquezas…; eran las que habían ungido sus pies con perfume y los habían secado con sus cabellos… Una de ellas, había sido libertada de siete demonios… Todas habían llorado todo el camino, acompañando al Señor… desde el pretorio de Pilato hasta las afueras de la ciudad donde le crucificaron… Ellas le habían oído decir: Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí; llorad más bien por vosotras mismas y por vuestros hijos…- Lucas 23:27-28; 49
·       Allí estaba Juan, aquel que había salido del Huerto desnudo… abandonando al Maestro en aquella noche de dolor…; pero ahora, avergonzado miraba de lejos… Allí mientras miraba avergonzado recibió la encomienda de cuidar a la madre del Maestro… “Juan, he ahí tu madre”- Juan 19:25-27.
·       Allí estaba el centurión romano – Aquel que cuando vio lo que había sucedido, glorificó a Dios, diciendo: Ciertamente, este hombre era inocente.- Lucas 23:47
·       Allí estaban los dos ladrones crucificados al lado del Maestro por sus propios pecados… Uno le injuriaba: ¿No eres tú el Cristo? ¡Sálvate a ti mismo y a nosotros! Pero el otro viendo que era Dios mismo muriendo por la humanidad, lo defendió diciendo: “¿Ni siquiera temes tú a Dios a pesar de que estás bajo la misma condena? Y nosotros a la verdad, justamente, porque recibimos lo que merecemos por nuestros hechos; pero éste nada malo ha hecho. Ese otro ladrón, que se humilló a sí mismo y pidió perdón y misericordia: Y decía: Jesús, acuérdate de mí cuando vengas en tu Reino.” Ese ladrón oyó las palabras más maravillosas que pecador alguno pueda escuchar: “En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso.”– Mateo 27:38, 44; Lucas 23:39-43
·       Allí también estaba, un hombre llamado José, miembro del Concilio (del Sanedrín), varón bueno y justo, el cual no había estado de acuerdo con el plan y el proceder de los demás, que era de Arimatea, ciudad de los Judíos, y que esperaba el Reino de Dios – Ese fue aquel que fue a Pilato a pedirle  el cuerpo del Señor… Con amor y con respeto, lo bajó de la cruz, lo envolvió en un sudario y lo sepultó en una sepultura donde nadie había sido sepultado…- Lucas 23:50-54.
   ¿Con cuál de ellos te identificas? Quizás con ninguno… porque quizás tengas que decir con pena que tú, al igual que Pedro y los demás discípulos te quedaste encerrado en la casa escondido/a,  avergonzado y atemorizado por el escándalo de la cruz… por miedo a que te crucificaran con Él también… ¡Ups!

Griselle M. Trujillo   gtrujillo913@gmail.com

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