Un pensamiento devocional

jueves, 14 de abril de 2011

Un pensamiento devocional...

Por tanto, confesaos vuestros pecados unos a otros, y orad unos por otros para que seáis sanados. La oración eficaz del justo puede lograr mucho.”- Santiago 5:16; “Y os exhortamos, hermanos, a que amonestéis a los indisciplinados, animéis a los desalentados, sostengáis a los débiles y seáis pacientes con todos.”-1 Tesalonicenses 5:14
     Alguien dijo:  ¡Oh, Señor, necesito que mantengas tu brazo alrededor de mis hombres y tu mano sobre mi boca”- autor desconocido.
    El otro día encontré un artículo que había guardo hacia algunos años que decía que un ingeniero español, llamado Pedro Monagas frustrado porque no podía discernir la razón por la que su hijo recién nacido lloraba, inventó un aparato que descifraba el enigma. Monagas pasó tres años visitando lugares de cuidado infantil, tratando de descubrir un patrón definido en el llanto de los bebecitos. El aparato inventado por él, utilizaba un “micro ship” para avisarles a los padres, unos veinte segundos antes que el bebé va a llorar y por qué lo hará. El aparato estudiaba las expresiones del bebecito, las comparaba con la información almacenada y decidía si el bebe iba a llorar porque tenía dolor, sueno, hambre, porque estaba mojado o asustado. La noticia añadía que el aparatito comenzaría a venderse en España a principios del 2003 y que su costo sería de tan sólo $93.00 dólares.  - News Week/ noviembre 2002.
    ¡Oh Dios, yo espero que puedan inventar un aparatito semejante; uno que me permita leer las facciones de los adultos, para avisarme qué rayos les sucede! Si algo se me ha hecho difícil en mis 20 años en el ministerio ha sido las relaciones interpersonales con los hermano/nas de la congregación.
     ¿Quién nos enseñó a ocultar lo que sentimos? ¿Quién nos enseñó a culpar a todos los demás de lo que nos sucede? Me parece que la respuesta es muy simple, desde el Huerto el hombre pecador ha intentado ocultarse detrás de hojas de parra, para que la Luz y la Verdad de Dios no lo lean.
     Muchas veces, cuando estoy frente a mi hija, ella quiere leerme… ¡Oh, Dios! Me mira cada gesto, y cuando ve que algo no es transparente, comienza a preguntarme:
- “¿Estás bien…? ¿Te sucede algo…? ¿Por qué arqueaste la ceja de esa forma o por qué hiciste esa mueca…? ¿Qué pensaste de lo que te dije…? ¿Por qué te molestó…?”
   La verdad es que mi hija ¡me explota la burbuja con sus preguntas incisivas…¡ son como escalpelos que penetran hasta el defecto que trato de ocultar de todas formas. Sí son molestosas como una operación;  pero sé que son necesarias, y que aunque me molestan, me ayudan a confrontarme con mis propias debilidades y faltas… ¡Gracias Señor, por ella!
     ¡Cuán sencillas serían nuestras relaciones interpersonales si, inmediatamente que algo no nos gusta o no lo entendemos o nos ofendió; lo comunicáramos con transparencia, honestidad! Pero no lo hacemos; por el contrario, ocultamos lo que sentimos y lo que pensamos… El jibaro puertorriqueño decía: “Todo lo que se guarda se agusana”. Todo aquellos que permitimos que baje a nuestro corazón y se agusane; saldrá por nuestra boca con amargura y mal olor y dañará a todo aquel que pretendemos amar. ¡Oh Señor, ten misericordia!
    ¿Por qué no somos transparentes? Porque no queremos que la gente piense mal de nosotros… Porque queremos dar impresiones irreales de nosotros…
    Pero la verdad es que la mayoría de los problemas interpersonales que tenemos comienzan por las pequeñas malas interpretaciones que hicimos de lo que otro dijo o hizo o implicó y por no haber clarificado nuestra posición o conocimiento en el momento preciso.
   ¡Cuántos matrimonios, familiares y hermanos en Cristo se ha separado por pequeñeces!
¡Seamos transparentes! Confesemos nuestras debilidades, defectos, pecados y faltas a otros; y cubramos las debilidades, los defectos, los pecados y las faltas de los otros en y por amor.      
Por: Griselle M. Trujillo   gtrujillo913@gmail.com

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