Un pensamiento devocional

jueves, 17 de marzo de 2011

Un pensamiento devocional...

       El mes pasado, mi perrito Mack, un travieso y muy inteligente beagle, se comió un enorme sapo y se envenenó. Por cinco días estuvo al borde de la muerte… Era muy triste verle… Se iba a lo más apartado del patio y se metía detrás de las plantas, quería estar solo… Era como si me dijera: “Déjame solo que voy a morir”. Mack, no murió… pero nunca ha vuelto a ser el mismo, es como si hubiese madurado después de aquella dolorosa experiencia.
     El otro día hablando con mis hijos acerca de la recuperación de Mack, nos dimos cuenta de que después de esa experiencia de muerte, Mack cambió de carácter; ahora es más dulce, más amoroso y sus raros ojos verdes ahora son más suaves… Mi yerno me dijo: “Nada, la cercanía a la muerte lo cambió”.
     Bueno, yo no sé si a un perro le puede suceder una cosa como esa; pero sí sé, por experiencia personal, que aquellos humanos que han pasado por experiencias de muerte,  al regresar a la vida son completamente diferentes. En su libro "El cielo es real",  Todd Burpo relata el testimonio de su hijo Colton después de una experiencia de muerte- (El libro está en la parte superior de la lista de The New York Times Bestseller).
     Todd y Sonja Burpo, los pastores de una pequeña iglesia en Imperial, Nebraska, estaban de visita en Colorado con su hijo de 3 años de edad, llamado Colton, cuando comenzó a quejarse de un dolor de estómago. Parecía que tenía su apéndice inflamada, pero  lo dieron de alta del hospital con rapidez. Pero dos días después el dolor y la fiebre regresaron al cuerpecito de Colton y al llevarlo de nuevo al hospital esta vez tuvo que ser operado de emergencia pues se descubrió que el apéndice se había reventado unos cinco días antes. Esta vez la vida de Colton pendía de un hilo y en medio de la crisis el médico anunció a los padres que la vida del niño estaba en riesgo. Todd y Sonja no podían hacer otra cosa que no fuera orar.  El médico le informó a Todd y a Sonja que por un momento perdieron al niño mientras estaba en medio de la operación, pero lograron estabilizarlo. Después de un par de cirugías y una difícil recuperación, el niño se recuperó.
     Cualquiera podría pensar que es una historia común y corriente; miles de niños en el mundo son sometidos a cirugía diariamente. Pero aunque la historia de Colton parezca común y corriente no lo es; porque al irse recuperando de los estragos de las operaciones, los padres del niño se dieron cuenta de que algo había sucedido en el alma de Colton… Estaba callado, pensativo, con una dulzura inusual…
      Un día cuatro meses después de haber salido del hospital, Colton iba con sus padres en el automóvil en el asiento tracero. Iba callado, pensativo, miraba con nostalgia el cielo. Después de un largo silencio dijo: "Mamá, cuando llegue al cielo los ángeles me cantaron”. El comentario fue casual pero muy serio. Todd y Sonja no entendía, pero algo dentro les decía que su hijo tenía mucho que decirles. Así que comenzaron a hacerle preguntas; guardaban en sus corazones todo lo que su hijo les decía. Cada día, parecía que la memoria de Colton se refrescaba y hablaba de su estadía en el cielo con más precisión.
    Pero un día mientras desayunaba, de forma casual, Colton le dijo a su mamá: "Mamá, cuando estuve con los ángeles allá arriba conocí a mi  hermana”.
     Sonja se sorprendió de que el niño dijera algo así, porque ella y Todd nunca le había dicho sobre el doloroso aborto involuntario que ella  había tenido antes de que Colton naciera.  Sonja le preguntó a su hijo quién le había dado esa información acerca de su hermanita y para su asombro, Colton respondió:
- "Ella misma, mamá… Ella me dijo mientras estaba en tu vientre antes de nacer había muerto. Al verme comenzó a darme abrazos, y me dijo que se alegraba tener a alguien en su familia allí".
    Ya no tenían duda, su hijo Colton había estado en el cielo; y había visto cosas extraordinarias que no solo cambiaron su vida, sino la vida de todo aquel que escucha su testimonio; porque la experiencia de ese niño le grita al mundo que el cielo sí es real…
    El cielo y el infierno están en otra dimensión, pero son muy reales. Ese conocimiento debe hacernos vivir la vida de otra forma… Por eso, les recomiendo que oremos como el salmista:Enséñanos a contar de tal modo nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría.”; “Señor, hazme saber mi fin, y cuál es la medida de mis días, para que yo sepa cuán efímero soy. - Salmo 90:20; 39:4
Por: Griselle M. Trujillo    gtrujillo913@gmail.com

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