Un pensamiento devocional

lunes, 21 de marzo de 2011

Un pensamiento devocional...

Por la bendición de los rectos, se enaltece la ciudad, Pero por la boca de los impíos, es derribada.”- Proverbios 11:11.
   El otro día encontré un retrato de mi hija en la muralla China… ella y el grupo de misioneros que la acompañaban se veían tan pequeños en ella… Eso me hizo recordar la historia de las tres invasiones a China de las tribus bárbaras del norte.
    Realmente la muralla es un impresionante proyecto de ingeniería. A pesar de verse tan impresionante, la verdad es que apenas se conserva un tercio de lo que la muralla original fue. Se supone que contaba de unos 8.851 kilómetros de largo. Actualmente se conservan solamente unas 4,000 millas de ella. Mide de 6 a 7 metros de alto y de 4 a 5 metros de ancho. Con todo, todavía hoy día la muralla China es la más grande del mundo… Es tan grande que es visible desde los satélites que circunvalan la tierra. Se supone que más de 10 millones de los esclavos que trabajaron en la construcción de la muralla, murieron a consecuencia del hambre, el frío, los malos tratos y los accidentes; y fueron enterrados en sus inmediaciones.
    Fue construida en los siglos V y VI antes de Cristo, con el propósito de proteger la nación de los ataques que las tribus nómada y bárbaras del norte. El rey que la mandó a construir quería que fuera una muralla “invulnerable”: “Tan alta que nadie pudiera subirse a ella, y tan ancha que nadie pudiera quebrarla y tan larga que nadie pudiera recorrerla”. De esa forma podrían estar tranquilos, sin miedo a las invasiones del enemigo, disfrutando de su prosperidad.
    Pero durante los primeros cien años de la existencia de la muralla, China fue invadida tres veces, precisamente a través de la muralla invulnerable. En ninguna de las tres ocasiones las hordas enemigas subieron a la muralla, ni la quebraron ni la recorrieron. En cada una de las tres ocasiones, el enemigo sobornó a los guardas de las puertas y de las torres de vigilancia. La muralla probó ser invulnerable, pero sus vigilantes no.
    ¿Qué sucedió? Lo que le ha sucedido a todas las naciones de la historia que han disfrutado de periodos de prosperidad financiera y supuesta seguridad: se corrompieron moralmente. Olvidaron enseñarle integridad moral a las generaciones que se levantaban. En otras palabras, fueron vencidos por ellos mismos.
     Como dije, esa es una constante en la historia de todas las naciones del mundo; por ejemplo:
·       El pueblo de Israel confió en el poder de su ejército y se apartaron de la obediencia al Dios que les había protegido y defendido hasta allí. Se corrompieron, se apartaron de la ley de Jehová y fueron conquistados.
·       El Imperio Romano confió en su conocimiento y en su dominio mundial; su ejército se debilitó y se convirtió en una nación inmoral y licenciosa.
·       Después de la Segunda Guerra Mundial, los Estados Unidos han disfrutado de una afluencia económica sin igual… Pero han entrado en la decadencia moral más increíble también… ¿Adivinen, qué le pasará?
   El principio es éste: Nuestra falta de carácter moral es nuestro peor enemigo.
   La mayoría de los creyentes pasan toda su vida luchando con un diablo derrotado y vencido; sin entender que su peor enemigo es su falta de carácter moral. Si nos alejamos de Dios y Su Ley, seremos derrotados por nosotros mismos.
   Sencillo, revisemos la muralla de nuestra integridad moral… Reparemos cualquier puerta o hendija que nos haga vulnerables.
Por: Griselle M. Trujillo   gtrujillo913@gmail.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario