Un pensamiento devocional

lunes, 28 de marzo de 2011

Un pensamiento devocional...

Clama a mí y Yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces”- Jeremías 33:3.
     Uno de los nombres o títulos con los que Dios se da a conocer es “YHVH Sidkenû” – el cual quiere decir “Soy tu Justicia”. ¡Oh, Señor, pero qué difícil es para nuestra carne y nuestra alma esperar en la Justicia de Dios! Tan pronto somos ofendidos, hacemos una rápida oración; y como Dios no saca un rayo pronto y aniquila a nuestro ofensor; decidimos sacar nuestros truenos, relámpagos, rayos, culebras, ciempiés y algunas arañas viuda negra para defendernos y hacernos justicia… Al final terminamos dañándonos a nosotros mismo y a nosotros; porque Dios es el único que conoce los corazones y Dios es el único que puede hacer justicia en el tiempo justo y preciso.
   Uno de los principios que siempre debemos de aplicarnos cuando nos encontramos en situaciones de injusticia es este: siempre que Dios permite una situación en nuestras vidas, por dura que sea, lo único que pretende es quitarnos algún peso de pecado o algún defecto de nuestro carácter. Por eso, Santiago nos recomienda a regocijarnos cuando nos encontremos en diversas pruebas, porque esas pruebas nos darán perseverancia y fortaleza.
    El otro principio que debemos aplicar es que Dios siempre contesta nuestras oraciones, y nunca llega tarde. Pero en el libro de Daniel se nos enseña claramente que algunas veces, no recibimos la contestación a nuestra oración porque “un principado de maldad está deteniendo el paso del ángel que trae la respuesta a nuestra oración”- Daniel 10:123. Por eso, el apóstol Pablo nos insta a “orar sin cesar”- 1 Tesalonicenses 5:17. Entonces, si estamos esperando justicia de Dios y no nos ha llegado, en vez, de ponernos a renegar y a pelear, en vez de tomar la justicia en nuestras manos, sigamos orando, insistamos en la oración, no nos cansemos hasta que nuestra oración sea contestada. 
Espero que este testimonio nos ayude a entender:
  Michael Chamberlaine y su esposa Limby, eran pastores misioneros de una iglesia en Australia. Mientras estaban allí, decidieron tomar unas cortas vacaciones en las inmediaciones de las famosas Rocas Urulú. Llevaron consigo a sus tres pequeños hijos; incluyendo a Azarías,  su bebecita de tres meses de nacida. Acamparon varios días y noches. Fueron días de tremendas aventuras para sus hijos mayores.
    Pero una noche, un dingo (un perro salvaje) robó a la bebecita mientras dormían. Michael persiguió el dingo por aquella enorme pradera; pero nunca pudo dar con la bebecita. Las autoridades que investigaron el suceso, acusaron a la pareja de haber asesinado a su bebecita. A pesar de sus declaraciones, y de que la fiscalía no tenía pruebas de la acusación; después de un largo y escandaloso juicio, los pastores Chamberlaine fueron encontrados culpables del asesinato de su hija y condenados a cadena perpetua. La pareja sabían que eran inocentes; sabían que solo Dios podía ayudarles, así que ayunaron, oraron y clamaron sin cesar pidiendo justicia y que Dios limpiara sus nombres y la reputación dañada de la iglesia cristiana en esa nación.
   La respuesta a sus oraciones llegó cinco años después, cuando unos cazadores encontraron en la madriguera de un dingo las ropitas ensangrentadas y los huesitos de Azaría”.
   ¡Fuerte, muy fuerte!, ¿verdad? Pero así es, vivimos en un mundo caído y la maldad del mundo puede dañarnos. Pero Jesús nos aconsejó que cuando nos encontráramos en ese tipo de circunstancia, clamáramos día y noche al Juez Justo, porque Él nos respondería – Lucas 18:7.
    Así que si todavía no ha llegado tu justicia, sigue clamando; no te detengas. Pronto muy pronto llegará el ángel con la respuesta. Dios hará su parte: hacer aquello que es imposible para ti. Pero a ti te corresponde la tuya: adorar, hacer fiesta sabiendo que lo que has pedido ya ha sido hecho… Tienes lo que pediste en Cristo…    
Por: Griselle M. Trujillo  gtrujillo913@gmail.com

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